20 ago 2008

Los mejores jugadores argentinos siempre surgieron entre los caddies, pero en los últimos tiempos también se destacan los que provienen del campo amateur; las razones de este cambio en el semillero nacional

En 1977, Horacio Carbonetti era el mejor aficionado argentino y se animó a tomar una decisión importante en su vida: convertirse en profesional. Cuando se lo comunicó a su padre, éste, indignado, lo echó de su casa. El riocuartense, que por estos días compite en el circuito de veteranos de Europa, tampoco pudo jugar el Torneo de Maestros de ese año porque repentinamente se le retiró la invitación que le correspondía. Esos hechos sirven para describir la cultura que reinaba en el golf argentino por esos tiempos: para un amateur era poco menos que un deshonor pasar al mundo profesional. No estaba bien visto y no lo estaría durante bastante tiempo. No entraba en la mente de un aficionado asumir un cambio tan drástico; ni siquiera se lo planteaba.

Aunque el Negro Carbonetti no fue el primero en romper esa regla no escrita, de alguna manera marcó un antes y un después en la historia entre aficionados y profesionales. Para su hermano Luis, fue menos traumático tomar la misma decisión un tiempo después, y de a poco se hizo más común hasta llegar a la actualidad, cuando cualquier aficionado de alta competencia se plantea el salto al profesionalismo como un objetivo primordial de su carrera.

Pero hay un cambio fundamental en los últimos 10 años, y pasa por los resultados. Salvo excepciones, para los ex aficionados hasta fines de la década del 90 se hacía muy complicado destacarse entre los profesionales y los títulos eran escasos. Sin embargo, una camada encabezada por Daniel Vancsik, Ariel Cañete y Rafael Echenique empezó a romper con lo establecido y la tendencia no se detuvo. Hoy, sumando a todos los jugadores que se iniciaron en el campo amateur, se obtuvieron más de 40 títulos entre los profesionales.

Los grandes jugadores argentinos siempre surgieron de la cantera de los caddies: Roberto De Vicenzo, Fidel De Luca, Vicente Fernández, Eduardo Romero, Angel Cabrera, José Cóceres. Todos encuentran su continuidad hoy en la figura de Andrés Romero. Pero en las actuales circunstancias, no es descabellado pensar que el semillero argentino puede comenzar a alimentarse por otro lado. En los torneos argentinos, el porcentaje de ex aficionados ya supera a los jugadores que comenzaron siendo caddies. Y lo mismo empieza a verse en los circuitos internacionales. Entre los argentinos que compiten en el Tour Europeo y en el Challenge Tour, son mayoría los que abandonaron el handicap y pasaron a vivir del golf.

Es preciso, sin embargo, hacer una distinción en el origen de los ex aficionados. Los que hoy están más consolidados y tienen un promedio de 30 años -Vancsik, Cañete, Echenique, Miguel Rodríguez, Juan Pablo Abbate, Hernán Rey-, se foguearon en los torneos de aficionados y en algunos casos compitieron para la Asociación Argentina de Golf, pero no llegaron con la preparación que hoy demuestran las nuevas generaciones. Es que hace siete años, la AAG, puso en marcha un proyecto ambicioso que empieza a ver sus primeros frutos. La R&A, una de las entidades que rigen el golf mundial, aportó fondos e hizo de nexo con la PGA británica. Esta envió un capacitador que trabajó en el país en 2001 y 2002, dedicado exclusivamente a desarrollar el staff de la Escuela de la AAG. Esto produjo un cambio de mentalidad, un enfoque más estratégico, y se dejó de hacer foco exclusivamente en la parte técnica. Los europeos hicieron hincapié en la necesidad de incorporar ciencias de apoyo, como la psicología y la preparación física, y de alguna manera, la Asociación también tomó un cariz más profesional. También se comenzó a planificar la competencia con más detalle. Se practicó en canchas y climas similares a las que se iban a enfrentar en los torneos internacionales. Como los resultados se comenzaron a ver rápidamente, se asignó un presupuesto mayor para la Escuela, que está a cargo de Rubén Llanes. Hoy, la AAG invierte cerca de 1.000.000 de pesos anuales para este proyecto, que incluye becas para los 10 mejores rankeados de cada categoría y una búsqueda de talentos entre jugadores que no están insertos en la competencia y que evidencian potencial.

La primera camada exitosa, producto de este plan de la AAG, saltó al profesionalismo en las dos últimas temporadas, y enseguida encontró buenos resultados: Luciano Giometti, Sebastián Saavedra, Emilio Domínguez y Estanislao Goya ya lograron sus primeros triunfos, mientras que otros, como Alan Wagner, Juan Ignacio Gil o Luciano Dodda se destacan permanentemente. Estos chicos, que tienen un promedio de 20 años; se distinguen por su rápida adaptación al medio profesional, y la explicación está en la preparación psicológica y técnica que reciben en los años de competencia amateur. Esto hace que el cambio de hábito sea sólo formal, ya que la vida que llevan está lejos de ser la de un amateur. El golf ocupa la mayor parte de su tiempo.

En los torneos regionales, en los que suelen competir los mejores aficionados con los profesionales, se nota en los últimos años un cambio significativo. La actitud de los amateurs es diferente; ya no parecen sentir ese impacto de jugar al lado de figuras como Cabrera o Andrés Romero. La mejor prueba la dio en el último Abierto del Norte el chaqueño Emiliano Grillo. Con sólo 15 años, el N° 1 del ranking nacional peleó hasta el final con Pigu y terminó compartiendo del segundo lugar con el campeón del US Open.

Grillo es hasta aquí el más destacado de una nueva camada que promete mucho desde la escuela de la AAG y que asegura un proceso exitoso en los próximos años. Emiliano, como Jorge Fernández Valdés, Tomás Cocha o Armando Zarlenga, tienen muy en claro que su futuro está entre los profesionales y que se prepararán para ello en los próximos años. Por lo pronto, compiten y se destacan en los torneos de verano de los Estados Unidos, allí donde alguna vez asomó el talento inigualable de Tiger Woods y se foguean los futuros protagonistas del PGA Tour. El desafío de la AAG es mantenerlos motivados, ofrecerles los mejores medios y las competencias más importantes para que sigan alimentando el nuevo semillero del golf profesional argentino.


Goya sigue con su protagonismo en el Challenge
Estanislao Goya alimenta de a poco el sueño de alcanzar un lugar en el Tour Europeo en su primera temporada como profesional. Ayer, en la primera vuelta del Trophée de Genève, el torneo que reúne a los 36 mejores del ranking en Suiza, el cordobés anotó 68 golpes (-4) y quedó 5°, a tres del líder, el inglés Richard Bland. Goya ocupa el 12° lugar del ranking y los 20 mejores acceden al Tour Europeo.

Por Fernando Pedersen
De la Redacción de LA NACION


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